viernes, 7 de mayo de 2010

Parto en casa. ¡Podemos parir!

El 19 era el día que yo tenia en mente para parir, habia soñado con ese día, hacia ya como cosa de un mes, pero llegó y nada auguraba el acontecimiento. Además, Adrián estaba malito con aftas en la boca y no me veía yo pariendo con mi hijo mayor malo. Así que por la tarde llamé a Angeles (matrona), más que nada para decirle que estuviera tranquila que hasta que Adrián no mejorara no me pondría de parto.


Pero esa misma noche, ya siendo día 20, a la una de la madrugada, me levanto para hacer pis y noto que me mojo, me temo que he roto aguas, no estoy segura, pero al ir al baño veo que sí, que he roto aguas, que son limpias. Despierto a Jose y se lo digo, Adrián aun estaba despierto, pero conseguimos que se duerma al poco rato. Aviso a Angeles y me dice que la avise si empiezo con dolores, pero mientras que intente dormir.

En eso me pongo, pero me doy cuenta de que tengo contracciones mas o menos cada media hora, son soportables, pero no me dejan conciliar el sueño, con lo cual me levanto al salón para dejar dormir a Jose y a Adrián. Pasa la noche con contracciones cada media hora, 20 mintuos, dies minutos y a las 7 de la mañana ya son de cinco minutos. Son dolorosas pero soportables, aviso a Jose y llamo a Angeles. Quedamos en que a eso de las 10 la llamariamos si seguiamos igual.

Adrián se despierta a eso de las ocho y media. Jose decide vestirlo inmediatamente para llevarlo a casa de mi madre, Adrián llora porque quiere estar con su mami, pero apenas puedo dirigirme a él para decirle que hoy nacería el hermanito, me da una contracción y él me mira con cara de preocupación...es un niño tan sensible que no puede ver a nadie sufrir... aunque fuera por esto.

Se hicieron las 10 de la mañana y yo seguía con contracciones cada cinco minutos, bueno, en ese momento habian cambiado de ritmo, parecían espaciarse, aunque eran mas dolorosas, ya me hacían vocalizar con un sonido gutural, que parecía salir de las propias entrañas. Total, que estaba tranquila porque aunque a Angeles le quedaran dos horas de viaje, parecía que la cosa iba lenta...

Nada más lejos de lo que yo creía. De pronto tuve una contracción bestial, me hizo gritar, parecía partirme en dos, habia notado como si la cabeza del peque hubiera descendido bruscamente de "peldaño", se hacía pasar a la velocidad del vertigo en cada contracción. En ese momento Jose me hizo un tacto como pudo y le pareció que estaba de poco más que la vez anterior (me hizo un tacto antes de llamar a Angeles a las 10 y parecia estar de unos 3-4 cm). Yo creía morir, porque me venian las contracciones cada vez mas frecuentes (eso creo yo, no sé) y eran desgarradoras, qué dolor, creía que no podría aguantar así más, pensaba que me quedaba aún mucho por recorrer y nada más lejos de la realidad. En pocas contracciones más noté ganas de empujar, unas ganas tremendas, Jose estaba descolocado, cómo podía ser que tuviera ganas de empujar si hacía nada que me quedaba la mitad por dilatar... Pero el cuerpo es sabio y yo ya estab preparada, empujaba sin quererlo yo, era una fuerza que nacía de mi vientre y que no podía evitar. Jose vio la cabecita, yo la toqué, resoplaba, entre pujo y pujo, pero en no más de tres Darío estaba fuera, llorando con energía y con un color rosado estupendo. Vi que era niño, me hizo gracia ver como yo lo había intuido durante todo el embarazo. Lo recogí de los brazos de su padre y me lo llevé al pecho desnudo.

Esperamos a que el cordón dejara de latir, que lo hizo al rato. José lo clampó con los kocher del maletín de Ángeles y me pasó las tijeras para que lo cortase yo.

Quedaba la placenta, que tardó algo en salir, José se asustó un poco por la cantidad de sangre, pero en cuanto la expulsé dejé de sangrar.

Esperamos a Angeles que llegó como a los tres cuartos de hora de haber nacido. Me reconoció me vio un desgarro que cosió con cinco puntos y vio que todo lo demás estaba bien.

Mientras, empezamos a llamar a la familia, quería ver a Adrián, pero preferimos esperar a que todo estuviera recogido y limpio antes de que viniera nadie a casa.

Pasaron unas tres horas hasta que mi madre llegó a casa sola, sin Adrián porque se había dormido la siesta. mi madre al verme se emocionó y lloró... es de las pocas veces en mi vida que veo a alguien llorar y no lo hago yo, porque estaba eufórica y eso que aun no podía levantarme porque me mareaba, tenía que comer y recuperar fuerzas (para eso vino mi madre, para traernos la comida). Le pedí que se fuera rápido, que me daba cosa de que ADrián estuviera solo en su casa con mi padre y se despertara.

A eso de las seis de la tarde por fin vino mi hijo mayor y conoció a su hermanito. La cara de curiosidad y sorpresa que puso no se me olvidará en la vida, mi hijo abrazando a su hermanito y diciendo que lo quería mucho... nos preguntó si tenía pies, que gracia nos hizo, como estaba tapado no se los veía.

Al poco empezó a llegar gente a casa a conocer al nuevo miembro de la familia. Yo estaba cansada pero feliz, me tumbé en mi cama y transcurrió el resto del día con vaivén de gente entrando y saliendo a despedirse (he de decir que se portaron muy bien, porque no estuvieron mucho en casa y porque el hecho de estar en tu casa hace que tengas la posibilidad de estar en otra estancia distinta si te apetece)

En este punto y a 16 dias de haber parido agradezco enormemente a todas las personas que me han ayudado a afrontar este embarazo y parto desde otro punto de vista, que me ha liberado de miedos y tensiones y que me han hecho demostrarme a mi misma que se puede parir, que somos capaces y que este parto ha curado viejas heridas.

Muchas gracias a todas por estar ahí.

Gracias a Jose por confiar en mi ciegamente, porque desde siempre supo que yo era capaz y no lo dudó ni un momento, porque nunca se me olvidará que este hijo lo trajimos entre los dos al mundo y ese es un momento irrepetible tanto para él como para mí.

ALICIA.

2 comentarios:

  1. Que llorera, Alicia. Enhorabuena. Sabía que podías. TODAS PODEMOS, el problema es que no nos dejan.
    Muchos besos para tí y tu familia.

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  2. Me encanta escuchar que se puede parir así, que las mujeres somos capaces de parir, aunque a muchas de nosotras nos hayan robado el que debería haber sido el momento más especial de nuestras vidas. ¡Enhorabuena, Alicia!

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